Para que una actividad pueda ser catalogada como juego, debe causar
placer espontáneamente, incitando a una participación activa con algún
elemento de imaginería. Por añadidura el juego tiene un efecto positivo,
flexible, que deja contentas a las personas. La especialista prosigue
diciendo que no solamente es deseable que los niños salgan a jugar, que
tengan tiempo no estructurado, sino que igualmente importante es
estimularlos a través del juego guiado, y cita como ejemplo a los juegos
de bloques y de tableros para aprender matemática:
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